Hay todo tipo de teorías al respecto de cómo se originó la inflación en Argentina y desde cuándo la hay. Incluso hay una confusión en la idea de que durante la llamada "convertibilidad" (el tiempo en el que un peso equivalía a un dólar, casi como una stablecoin patria) no existió inflación. Pero, estadísticamente, desde la creación del peso y el sistema monetario nacional a fines del siglo XIX casi no hay momento histórico en el que el país haya estado exento de vaivenes inflacionarios.
Incluso hubo algunas hiperinflaciones y largos períodos de "estanflación", como se la llama cuando es tan sostenida que se vuelve algo "normal", parte de la cotidianidad de un país. Por eso se dice que Argentina tiene una inflación estructural, que es producto de su mismo sistema político, social y económico.
Actualmente, en un contexto de tensión política y mediática, de un lado se denuncia que la inflación es todo culpa de un gobierno (o de cierta clase de gobiernos) y de sus políticas "populistas" o hasta "comunistas", de "la maquinita de imprimir billetes". Del otro lado, le echan la culpa a la especulación financiera, las pautas impuestas por organismos y mercados internacionales, o hasta la "obsesión de los argentinos con el dólar". Como sea, la inflación es un problema que sobrepasa las fronteras argentinas y que no tiene una sola explicación posible.
¿De dónde viene la inflación?
Para el economista e historiador Mario Rapoport (doctor por la Universidad de París), "la inflación no es solo la diferencia entre la oferta y la demanda de dinero", sino el resultado de "un mecanismo que reparte desigualmente ese sistema inflacionario". Esta idea, compartida por muchos referentes del ámbito académico, señalaría que la inflación es consecuencia de un problema de administración, más que uno solo de emisión monetaria.
Desde el ámbito de las consultoras privadas en economía y mercados, a menudo declaran que "la inflación se suele asociar a un déficit fiscal alto que se sostiene con emisión". Mientras que mucho más llanamente, de forma informal, se dice que la inflación es "el impuesto a la pobreza".
Queda claro que en el mundo moderno no parece haber una sola respuesta al asunto del origen de la inflación, ni en Argentina ni en ningún sitio. Aunque es evidente que hay políticas económicas y realidades sociales más proclives a alentarla.
Las tasas de financiamiento bancario, la dolarización de los insumos, los vaivenes de la balanza comercial internacional, distintas crisis de materias primas a nivel mundial, pandemias que hacen necesarios fondos de emergencia, guerras en la otra punta del planeta. Desde problemas metodológicos para diseñar y aplicar políticas económicas hasta tragedias imponderables, parece haber todo tipo de causas, al punto de que la inflación parece haber existido siempre y ser un problema de resolución imposible.
Creación del peso y del sistema bancario
Muchos historiadores indican que cuando el Estado argentino creó la Caja de Conversión (una entidad antecesora del Banco Central) para ordenar la emisión durante el gobierno de Carlos Pellegrini, en 1890, ya se registraban problemas de valor con la moneda local (el peso oro y su par el peso billete), su respaldo y los cambios de precio de productos y servicios en el país, provenientes desde la presidencia de Julio Argentino Roca (1880-1886). Hablamos de más de 130 años de inflación presente.
El peso oro sellado, el Argentino y el Medio Argentino
El sistema monetario argentino había surgido en 1881, mediante una ley del primer gobierno de Roca. La Ley 1130 de Unificación Monetaria estableció que 1 peso oro sellado, equivalente a poco más de 1,6 gramos de oro, sería la unidad de moneda en todo el territorio argentino. Se crearon dos monedas: el Argentino, de 8 gramos de oro, y el Medio Argentino, de 4. Además de otras de plata y cobre, que representaban fracciones del valor de los Argentinos.
De esa tarea se ocupó la Casa de Moneda de la Nación, creada en 1875 y operativa sobre todo desde la sanción de la 1130. Y que, poco después, también se ocupó del peso papel, convertible a peso oro con una paridad de 1 a 1. Sin embargo, ya desde mediados de esa década se registra una emisión monetaria sin respaldo que rompió esa convertibilidad.
La descentralización fallida y la Caja de Conversión
Luego de Roca, con idea de engordar las arcas argentinas, el presidente Miguel Juárez Celman (1886-1890) estableció un sistema monetario y bancario con el que el Estado permitía a bancos provinciales y privados depositar oro en el tesoro nacional a cambio de imprimir moneda de curso legal.
Pero esta primitiva forma de "descentralizar" el peso no funcionó bien. Si bien al comienzo financistas y bancas europeas alimentaron el sistema, pronto empezó la fuga de capitales y entre un problema y otro el peso papel perdió su paridad con el peso oro, que cayó 1 a 1 a casi 4 pesos papel por 1 peso oro.
Por ése y otros motivos, Juárez Celman terminó renunciando y en su lugar asumió Pellegrini, quien creó la Caja de Conversión para reordenar el lío que había quedado: su función sería entregar los billetes emitidos por la Casa de la Moneda solamente a cambio de oro, o comprándolos a cambio de entregar oro; casi como un primitivo exchange nacional.
Crisis locales y guerras internacionales
Lograrlo fue imposible, las reservas no crecieron lo suficiente y Argentina terminó entrando a comienzos del siglo XX en una crisis de balanza de pagos (situación que se repetiría en toda la historia argentina), ya que con una moneda nacional devaluada le era imposible afrontar sus deudas internacionales.
Con el regreso de Roca al poder en 1899, para su segunda presidencia, se blanqueó y fijó la nueva relación cambiaría en 2,27 pesos papel por cada peso oro. Recién entonces la Caja de Conversión pudo restablecer aquel pretendido "patrón oro", que fue suspendido con el estallido de la Primera Guerra Mundial. En esos tiempos, por la relación con el oro que tenían ambas monedas, cada peso del Estado argentino equivalía a unos 42 centavos de dólar estadounidense.
El contenido proporcionado en este artículo es únicamente con fines informativos y/o educativos. No constituye asesoramiento financiero, legal, fiscal o de inversión. No debe interpretarse como una recomendación para realizar ninguna acción en particular.
Antes de tomar decisiones financieras, de inversión o comerciales, consulte a un asesor y/o a un profesional en el área relevante.Los activos digitales pueden tener una cotización altamente volátil. Ripio no efectúa ningún tipo de representación o garantía sobre la posibilidad o conveniencia de utilizarlos como inversión.