El ecosistema cripto está lleno de conceptos y palabras clave. Algunas son bien propias, como blockchain o DeFi; y otras más generales de redes informáticas, como protocolos o criptografía. Y también aparecen algunos conceptos adaptados o evolucionados, que buscan remarcar el salto de calidad que las herramientas cripto trajeron a ciertos ámbitos. Este es el caso de la idea de web3.
Para empezar, podríamos definir a la web3 como una serie de herramientas descentralizadas que permiten encarar de otra forma el flujo de información y de herramientas online. Para eso, se valen de sistemas de validación de identidad y propiedad típicos de las blockchains. En ese contexto, son las wallets digitales las que permiten interactuar con todo el ecosistema de dapps en libertad.
La evolución de internet
Aquella primera internet era muy simple, con sitios estáticos y una informática basada en software de escritorio. El acceso a internet era acotado y los diseños y la ejecución de los sitios también. Luego vino lo que se conoce como la web 2.0 y comenzaron a aparecer las redes sociales, los sitios personalizados y las aplicaciones para dispositivos móviles. Una internet además responsiva: es decir, capaz de adaptar su forma al tipo de dispositivo desde el que se da la conexión.
Esta web 2.0 se presentó como una internet donde además de leer, de consumir, de ser receptores de información, como ocurría desde los primeros años de la "red de redes", los usuarios también podían ser productores y emisores, y participar aportando su propio contenido. El problema es que cada vez más el poder de producción de contenido y conectividad depende de grandes empresas, que además poseen nuestros datos y preferencias, y no siempre los usan con transparencia.
En este contexto, el concepto de web3 estuvo ganando fuerza sobre todo en el último par de años para marcar el paso a una internet no solo más participativa sino fundamentalmente descentralizada: la internet de las redes blockchain, las dapps y las comunidades cripto.
Descentralización y propiedad, las claves
El uso masivo de internet se da actualmente en un ecosistema web 2.0. Participamos de redes sociales como Facebook o Twitter, usamos servicios de email como GMail y nos manejamos con apps como Spotify, Uber o YouTube. Todos estos servicios son centralizados: están controlados por una empresa que almacena la información en sus servidores. Y resulta muy difícil saber realmente qué hacen con nuestros datos y por qué.
La promesa de la web3 es la de una internet transparente y descentralizada, donde desarrolladores independientes aporten el diseño de aplicaciones sobre las que no necesitan mantener el control, porque delegan su funcionamiento en smart contracts que son previsibles y no se pueden manipular.
El uso de tecnología de registro y validación blockchain, como en las operaciones con criptomonedas, permite además verificar identidades y propiedades digitales sin la necesidad de que un organismo, una empresa o un estado centralice operaciones y datos.
Una web resistente a la censura
Al igual que Bitcoin es una red resistente a la censura, también lo son las aplicaciones de la web3. En la "vieja" internet, un servicio como Twitter puede regular y censurar una cuenta o cierto tipo de mensajes; o un procesador de pagos puede rechazar el origen de una transacción o el pago por determinado tipo de trabajos.
En la web3 de las aplicaciones descentralizadas, en cambio, no hay control central que pueda determinar qué se puede o no decir en una red social, no hay requisitos de información personal para decidir si una transacción puede realizarse o no. Y, sobre todo, no hay forma de atacar un servidor para dar de baja un servicio.
Todo esto, en general, redunda en una internet más cooperativa, más libre y más resistente. Claro que esto es el ideal de la web3: todavía es un espacio en expansión, que recién empieza a definirse, por lo que muchos proyectos están buscando su forma final y hay muchos otros que ni siquiera podemos imaginar aún.
En todo este nuevo panorama, las direcciones cripto cumplen un rol central, porque sirven como identificadores para la web3. Por eso resultan de tanta importancia las wallets o billeteras cripto, que además de permitirnos operar con nuestro portafolio de tokens y criptomonedas también permiten manejar nuestra identidad digital.
Web3 no es igual a criptomonedas
En espacios de debate como Twitter viene creciendo el uso de este concepto de la web3. Pero en muchos casos a partir de un enfoque equivocado: web3 no designa a los exchanges, no designa a las criptomonedas y en un punto tampoco designa a las blockchains ni al metaverso.
Si con algo de todo el ecosistema cripto tiene que ver esta idea de la web3, es con las dapps, las aplicaciones que funcionan basadas en blockchain y que permiten a los usuarios ser dueños de sus contenidos (como sus posts en dapps sociales) y sus activos (como sus personajes de videojuegos play-to-earn, por ejemplo).
En resumen, la web3 es una serie de herramientas descentralizadas basadas en blockchain, que promete seguir revolucionando el modo en que usamos internet, participamos de comunidades y transferimos dinero e información. En su forma ideal, la web3 traerá cada vez más libertades y seguridades al uso de herramientas online, al mismo tiempo que podría darle un gran impulso a la adopción masiva de las criptomonedas.
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