Cuando alguien tiene dinero en una cuenta bancaria, puede acceder a él en cualquier momento. Pero también puede inmovilizarlo en un plazo fijo, un tipo de depósito que le permite recibir intereses.

En ese caso, los bancos usan ese dinero depositado para entregarlo en préstamos personales a otros clientes, o incluso a empresas. Y les cobran una tasa de interés a los clientes de esos préstamos. Sin embargo, solo una parte de esa diferencia la trasladan a los ahorristas en plazos fijos.

El sistema tradicional presenta ese interés como un "premio" o "beneficio" para el cliente, pero en realidad el rendimiento que se obtiene de los depósitos no es más que una parte rebajada de la comisión que gana el banco prestando nuestro dinero a otras personas.

A diferencia de ese modelo centralizado, los protocolos de préstamos DeFi (como AAVE) permiten obtener un rendimiento en criptomonedas sin perder el control ni la propiedad de esos fondos. De hecho, se los puede depositar en pools y retirarlos cuando uno quiera o necesite, cobrando lo que se haya ganado como comisión o interés hasta ese momento.

‍Muchos videojuegos play-to-earn, incluso, tienen sus propios sistemas de staking, que permiten asegurar la estabilidad y la capitalización del proyecto, para seguir creciendo en el ecosistema del gaming NFT. Axie Infinity, por ejemplo, permite hacer staking de AXS, su token de gobernanza.

‍Ventajas de las finanzas descentralizadas

• ‍‍‍Permiten tomar préstamos, intercambiar tokens y generar rendimiento con cripto de forma segura, privada y transparente.
• Como todo funciona en contratos inteligentes de blockchain, no es necesario ceder el control de los activos a ninguna institución, banco o agente financiero.
• Al eliminar los intermediarios, es muy posible obtener un rendimiento mayor al del sistema financiero regular y muchas veces pagar menores comisiones o costos.
• Los smart contracts aseguran que los acuerdos son previsibles e inviolables.
• En cripto, y sobre todo en el caso de los dexes, los mercados nunca cierran.
• Las comisiones, los rendimientos y el buen funcionamiento del ecosistema no se ven afectados por políticas monetarias o económicas de ningún estado; ni están atadas a los ciclos del sistema financiero tradicional.